¿Sentís que este es el peor año? ¿Estás agobiado, triste, disconforme o sin ganas de hacer algún deporte o de salir con amigos? Si tu respuesta es “sí” a alguna de estas opciones, la noticia “consuelo” es que no sos el único. Esos sentimientos los comparten hoy muchísimos argentinos.

Hay un agotamiento colectivo. El aumento en los niveles de estrés y de frustración es la conclusión más relevante que exhibe el último informe del Observatorio de Tendencias Sociales de la Universidad Siglo 21. En esta primera mitad del año, según el documento, se alcanzaron los niveles más bajos de felicidad y más altos de burnout (“estar quemados”), desde que se evalúan estos indicadores, hace seis años.

Para hacer la medición, se usaron dos escalas internacionales estandarizadas. Se encuestaron personas de entre 18 y 65 años, de varias ciudades: Buenos Aires, Comodoro Rivadavia, Córdoba, Corrientes, Mendoza, San Miguel de Tucumán y Rosario. Y aunque se trata de una muestra reducida, de 1.050 casos, el nivel de error muestral del 3,6% permitiría extrapolarlo a la población general, explicaron los autores del estudio.

Según los datos recopilados, uno de cada tres argentinos se siente tan cansado que no puede realizar otras actividades después del trabajo. En los informes presentados, se observa de manera sistemática un deterioro en la calidad de vida de los argentinos cuyos niveles de burnout se encuentran entre los más altos de los últimos años.

Los autores aclaran que no es un reflejo de la coyuntura actual exclusivamente, sino que es una foto de las sucesivas crisis, que tienen un efecto acumulativo. Este año disminuyeron, con respecto a 2023, los niveles de felicidad y bienestar de la población argentina: la mitad de los argentinos (el 50,7%) se siente satisfecho con su vida y siete de cada 10 están disconformes con su situación actual.

Seis tips para afrontar a tiempo el síndrome de burnout

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la felicidad y el bienestar son elementos esenciales para el desarrollo de una comunidad. Contar con cierto nivel de bienestar permite a las personas afrontar el estrés cotidiano, asumir nuevos desafíos, trabajar de forma productiva o desarrollar su talento.

En nuestro país, la baja en la “satisfacción con la vida” es generalizada entre todos los grupos etarios, aunque es mayor entre los 50 y los 59 años y es menos pronunciada de 18 a 29 años.

La explicación

El deterioro se nota por la situación económica, la sensación de pérdida de control que genera la inflación, y la espera de una mejoría económica que todavía no cambió la realidad del interior de los hogares. “Son muchos los factores que inciden en el aumento del estrés y la disminución de los niveles de felicidad. Hay una combinación de variables sociales, económicas y también personales. Las relaciones sociales, el capital social de las personas es fundamental a la hora de sentir que uno tiene recursos como para enfrentar los desafíos que se plantean en la vida”, explicó Luis Morera, director del Observatorio de Tendencias Sociales de la Universidad Siglo 21.

En el consultorio

Los profesionales de la salud también empezaron a recibir más consultas de personas que se sienten agobiadas por el trabajo y por la situación económica y social del país.

El presidente de la Federación de Entidades Profesionales Universitarias de Tucumán (Feput), Roberto González Marchetti, explica que el agotamiento y la tristeza son temas transversales en los diferentes motivos de consulta.

“Hoy, cuando las personas hablan de sus trabajos, la mayoría muestra preocupaciones ya sea por los bajos ingresos o por situaciones de conflictividad. Se nota mucha queja; y la queja es algo que se visualiza como una situación de riesgo porque en esa persona puede llegar a desencadenarse un trastorno”, detalla.

Cuando el trabajo agota: qué es el “burnout”

Según describe, hay dos contextos estresantes, el inflacionario y el de ajustes. “La persona tiene un nivel de tolerancia que puede llegar a interrumpirse y se excede a las capacidades de resistencia; entonces, es ahí donde ese agotamiento, que en su momento era específico y esporádico, se vuelve prolongado, y va acompañando de ciertas quejas o, por ejemplo, síntomas psicosomáticos”, apunta.

Según el profesional, el ambiente influye mucho en el estado de ánimo. “La incertidumbre genera mayores niveles de ansiedad. Hay muchas creencias mentales que llevan a la sobreexigencia; por ejemplo, esa idea de que tenemos que cuidar el trabajo porque las situación está fea, y eso lleva a soportar ciertos excesos o condiciones de trabajo y a estresarnos mucho más”, remarca.

Atento a este panorama, según el psicólogo, no sorprende que todo esto termine impactando en la alegría de las personas. “El estar agotado sí influye en ese proceso de bienestar y en la capacidad de disfrutar, porque en el agotamiento se reducen mucho los niveles cognitivos de atención, de concentración y de memoria. La persona nota que está muy estancada y con muchas pensamientos respecto a la preocupación o a las expectativas. Aparece el estado de frustración, que es contrario al estado de bienestar. En el cerebro, la frustración pasa a ocupar la mayor parte del día”, especifica.

El "síndrome de burnout" es considerado una enfermedad por la OMS

¿Cuándo hay que preocuparse?, plantea el profesional. “Cuando ese nivel de frustración empieza a cobrar mayor severidad y ya aparece un trastorno depresivo”, señala.

Consejos

El síndrome del burnout entró oficialmente en la Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS en enero de 2022. El trastorno se produce cuando se registran niveles elevados y sostenidos de estrés crónico.

Las presiones, las jornadas extenuantes y el agotamiento son sólo algunas de las causas que llevan a muchos a sentirse “quemados” por el trabajo. Según explican los profesionales, hasta hace unos años era algo que principalmente sufrían médicos, policías o enfermeros. En la actualidad, sin embargo, se ha diagnosticado en personas que desarrollan cualquier tipo de trabajo, en el cual sienten que se están esforzando mucho y no los valoran o nunca pueden alcanzar los objetivos.

González Marchetti sostiene que todos podemos tomar algunas medidas que nos ayuden a evitar que el burnout nos queme por completo. Por ejemplo, hacer una actividad física al menos una vez a la semana, permitirse tener pausas, recobrar la capacidad de descanso sin dispositivos electrónicos y evitar leer noticias que actúen como factor de mantenimiento del estrés; por ejemplo, la caída de la bolsa de Japón que llevó al despido de 100 japoneses. “Este tipo de noticias, en un estado de estrés, en algunas personas potencia más el miedo”, describe.

Hay varias estrategias de recuperación por fuera del trabajo para que el estrés crónico o agudo no impacte: es importante la desconexión y relajación mediante el ocio: ir a jugar un partido de fútbol con amigos, salir a tomar algo, etcétera. Escuchar el propio cuerpo, poner límites o expresar las emociones, son otras de las recomendaciones.

Síntomas de la crisis: qué se está viendo en los consultorios

“El agotamiento que presentan las personas se está notando mucho en el consultorio; lo vemos en las consultas actuales y no en todos los casos tienen que ver con una patología, muchas veces tienen que ver con un síntoma, como por ejemplo el insomnio, o la frustración, o simplemente tristeza. Por lo general, está asociado al aumento de consumo de sustancias, ya sea fármacos no preescriptos por médicos o el aumento de consumo de alcohol. La gente trata de aturdirse con otras cosas para no prestar atención a la situación actual que estamos viviendo”, detalla la psiquiatra Myriam Figueroa.

La crisis actual está afectando los niveles de felicidad de muchas maneras: “la baja en la capacidad de consumo impacta en el nivel de satisfacción y de plenitud de la gente como consecuencia de haber tenido que cambiar el estilo de vida. Hay personas que incluso pueden llegar a generar patologías como el trastorno de ansiedad generalizado o los trastornos de pánico, depresiones, o cosas más graves; desencadenar enfermedades que estaban latentes y que saltan después de una frustración severa, un despido, un déficit económico fuerte, deudas muy grandes, por ejemplo”, expresó. “Trabajamos muchísimo para tratar de llegar a fin de mes, de tener mínimas satisfacciones, y la economía siempre nos está limitando. Lamentablemente, lo económico hoy en día es un factor muy fuerte en cuanto a generación de estrés”, concluyó.

Datos del informe

Consecuencias

Hace un año, uno de cada cinco argentinos padecía agotamiento extremo. Hoy es uno de cada cuatro, según el informe de la Universidad Siglo XXI. Este incremento tiene consecuencias en otros ámbitos: además de aumentar el ausentismo laboral, y de producir una baja de la productividad, las personas que sufren el síndrome presentan el doble de probabilidades de experimentar un trastorno mental en el futuro, por ejemplo, depresión. También se incrementa la probabilidad de desarrollar males cardiovasculares.

Factor protector

A diferencia de los relevamientos anteriores, cuando el nivel de estudios actuaba como un factor protector para las personas, esta vez se vio que incluso personas con posgrados incrementaron su nivel de burnout.

Felicidad

Cuando midieron felicidad, los datos indican que los niveles aumentaron en 2023 respecto del año anterior, pero volvieron a caer este año, ubicándose ahora entre los más bajos de los últimos años. En líneas generales se puede decir que menos de la mitad se siente feliz o satisfecho con su vida.
Se preguntaron cuestiones puntuales: “En la mayoría de los aspectos de mi vida son como quiero que sean”. El 60% dijo que no, 5% más que en la medición anterior. Uno de cada dos dijo que está satisfecho con su vida.